Me gusta tumbarme junto a él dándole la espalda.
Su cuerpo reacciona automáticamente, adoptando mi postura.
Como si de un molde se tratase.
Me gusta esa postura porque pasa su brazo por encima y me cubre.
Puede cogerme la mano, puede acariciarme los senos y puede tropezar en mis muslos.
Me gusta sentir su respiración en la espalda.
Si se aferra a mí puedo oír sus susurros, puede rozarme el pelo, besar mi cuello y mis hombros.
Cuando le doy la espalda simplemente le reclamo.
Busco sus piernas con las mías.
Asomo mi trasero, de la manera más dulce, para que se apriete aún más a mí.
Me gusta mucho darle la espalda, porque sin verle, le siento cerca.
...Brown Sugar...
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