jueves, 18 de febrero de 2010

Los besos de otra


Me robó los besos.
Pisoteó mi iniciativa y me lanzó entre las sombras.
Me dejó los besos en el aire, que me rodeaban irónicos, soltando risotadas en bajo.
No pude reaccionar sin humedad en los ojos.
Una nube cargada en mi tabique nasal.
La humillación cayéndome desde la espalda.
Y la sensación de un hombre aleatorio.
Un hombre de tómbola.
Un hombre subastado.
Su precio, su único precio, era la inmediatez.
Me multan por lenta.
Pero la decepción no es por mí. La indignación no es por la morena de carmín violeta.
Es porque otra vez, perdí mi tiempo, con un vendido, por tres besos públicos muy cerdos.
Qué poco caché, qué poca exigencia, qué decepción cuando la conformidad llega en segundos.
Y tu, con madre y abuela, lo especial que decían que eras, y ahí estás.
Sola.
Y subiendo el listón.
Y nadie con escalera.

...Brown Sugar...

1 comentario:

blacky dijo...

Entiendo a la perfección esa sensación. Pero nadie puede cuestionar si somos especiales o no, ni siquiera nosotras mismas.