
Me juzgan por ser muy valiente. Por decir lo que siento. Por el ímpetu de mi sinceridad. Oigo las voces a mis espaldas. Dicen que me encapricho. Me obsesiono. Me enamoro.
Como si acaso eso pasase nada mas empezar el camino. No tengo miedo a sufrir. No temo que me hagan daño. Estoy más bien acojonada por si algún día me arrepiento cuando las cosas se quedan a medias.
A medias. Cuando mitad y mitad se separan. Sin haber conectado nunca. Porque la tímida mano no llegó a ninguna conclusión. Se soltó del tren. Sin mercancía. Sin nada realmente importante que entregar.
El final del camino pierde su nombre, y todo porque nunca realmente supo a dónde iba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario