jueves, 20 de agosto de 2009

En la inmensidad del adiós


-Ya sé que es lo que hay que hacer- dije con la mezcla de un respiro y una conforme sonrisa.

-Mejor no causar daño, solo sería daño y más daño- y me besó apretando sus labios con efusividad.

Acto seguido me perdí en sus ojos miel, aquellos que amaba tanto. Sus manos se entrelazaban entre las mías, unas manos que conocían mi cuerpo mejor que yo. Me hueles hasta más allá de mi piel, me aprietas. Sobran las palabras cuando el silencio es el que está hablando. Dice que estás enamorándote de mí, dice que no sabes como actuar con tanto miedo y tanto amor.

El silencio me lo ha contado casi todo. Tus ojos cerrados me desvelan que no puedes dejarme ir, que intentas mantener mi aroma de la cama en tu rostro. Tienes una nota mía, único recuerdo palpable de que me importaste mucho en nuestro momento.

Con mensajes me suplicas que te despierte para que yo sea lo primero que ves. Me tumbo a tu lado, con la mitad de las lágrimas que me quedan, sin poder dormir con tus besos en mi espalda.

Tus dedos cariñosos no saben decirme que me echarán de menos.

Y yo no sé decir que te quiero para creérmelo.

Estoy loca, y a veces la locura me precipita a amar más de lo que la vida quiere que ame.

Mis últimos minutos los pasé en el silencio de tu cuerpo, las cosquillas de tu pelo, y la ternura de tus labios.

Me digo a mí misma que te echo de menos, porque tú también me echas de menos.

Y te hace daño.

...Brown Sugar...

1 comentario:

Ange dijo...

triste, es triste la sensación que deja al leerlo, una sensación que todos experimentamos, real por otra parte pero mejor haberlo vivido que perdérselo, ¿no?

*just black*