Con los ojos cerrados, escondida entre las sábanas, sus pestañas dibujaban en la espalda la falta de cariño y la necesidad de entregarlo a la luz naranja. La carne mostraba la bandera blanca, y los poros se abrían y se dejaban peñizcar. Los ojos se entreabrían para no perder el detalle del placer, los oídos captaban las señales de sus gritos. La rebeldía tenía el día dulce, y adoptaba el papel de perfecta amante que necesita el placentero dolor culminado en caricias y silencio con ojos cerrados. No dormían pero desplantaban sus sueños. Y en la humedad del sexo y la inquietud, no se sorprendían pero si dudaban, porque escondida entre las sábanas traslúcidas no piensas que harás después, cuando tengas que salir a la luz. Naranja o de cualquier otro color.
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1 comentario:
si no disfutas del momento ¿Qué queda Brownie?
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